El 6 de Julio de 1807 hacía calor en Lucena y ya se sabe que el calor altera. Mi hermana Clara habia ido junto a otras, como siempre, a realizar sus tareas. También como siempre el hijo rico de Don Pablo habia estado jugueteando con ella, levantando sus faldas, acosándola. Ella, pese a ser hija de jornalero, nunca se dejó hacer, defiendiendo su honra. Nunca me gustó el hijo rico de Don Pablo, ni a nadie de mi família, pero es lo que hay... Poco podemos hacer contra esta gente, ellos mandan en todo, poseen las tierras y cuando quieren, nos dejan sin nada, sin un mendrugo de pan que comer, por lo que callar y obedecer no es sumisión sino supervivéncia. ¡Pero leñe! ¡Que todo tiene un límite!
Aquel 6 de Julio de 1807 el hijo rico de Don Pablo no aceptó la negativa de Clara y por capricho decidió violarla. Clara era fuerte, se reisitió y lo pagó con la vida. Me cegaba la rabia. En el valatorio solo escuchaba el llanto de mi madre mientras observava la parálisis de mi padre, también lleno de rabia pero inmóvil; con los ojos vidriosos, rojos de fúria, pero sin decir ni una palabra. Quizás él esperaba este desenlace porque me conoce. Me ha educado todo lo mejor que ha podido y bien sabe que yo no soy como mi padre. Mi ímpetu me cegó, aunque no redujo mi punteria. Cargué el viejo trabuco familiar, bien escondido desde hacía años y me dirigí a la plaza del pueblo. Allí estaba el hijo rico del señor y sin dudarlo, lo asesiné. Cayó sobre mi la ley y me condenaron a muerte en rebeldía ya que, acto seguido, huí al monte donde otros proscritos me acogieron en su banda de bandoleros. Así gasté mi vida, libre. En nuestra partida de bandoleros había un hombre más instruido que me explico, una mañana de Abril de 1808, que en tiempos romanos e incluso más tarde, hubieron otros hombres también marginados, esclavos, mendigos, proscritos, que se rebelaron contra los que entonces mandaban. Las baguadas. Él contaba que llegaron a ser un gran peligro, que los hay que los consideraron lo que hoy se llama revolucionarios. No se sabe, pero lo que es seguro es que fueron gente libre que como yo, obligados por las circunstancias y el egoísmo insaciable de los que lo quieren todo a cambio de nada, se enfrentaron y lucharon por sus vidas, dandoles dignidad. Nos gustaba pensar que eramos herederos de aquella tradición olvidada, lo de ‘revolucionario’... en realidad, no lo comprendo, però les asseguro que a mi nadie me dice cómo vivir mi vida ni he de aceptar que un rico haga conmigo, con mi família o los mios lo que le plazca, solo por ser yo pobre. Poco después vimos que los campos se llenaban de franceses, con sus ‘mostachos’ y su tirania; y así comenzó la guerra.